A casi un mes de iniciado el movimiento estudiantil más amplio en la historia moderna de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), un grupo de consejeros universitarios alumnos solicitó formalmente la destitución del rector Carlos Eduardo Barrera Díaz.
A través de una carta dirigida al secretario del Consejo Universitario, Marco Aurelio Cienfuegos Terrón, los firmantes acusan “omisión reiterada” por parte del rector para atender las demandas del estudiantado y exigen una sesión extraordinaria para comenzar el proceso de destitución, argumentando incapacidad y negligencia en el ejercicio de su cargo.
La carta, aunque contundente en términos legales, fue recibida con escepticismo y críticas severas por parte de sectores de la comunidad universitaria que consideran que esta acción llega tarde, bajo presión social y con fines de contención más que de transformación.
“El movimiento casi cumple un mes. ¿En serio se les ocurrió ponerse del lado del estudiantado a un día de terminar su gestión?”, cuestionó un estudiante en redes.
Las críticas apuntan a la pasividad histórica del Consejo Universitario ante las múltiples señales de crisis institucional. No alzaron la voz cuando el alcalde de Toluca, Ricardo Moreno, declaró públicamente que utiliza inteligencia policial para vigilar estudiantes; tampoco reaccionaron cuando se desplegaron patrullas en planteles como la Preparatoria 1 o Los Uribe; y guardaron silencio ante la criminalización del movimiento.
“Un consejo que no defendió, no protegió y no representó al estudiantado. Un consejo que se arrodilló ante el rector”, denunció otro universitario.
A pesar del giro que representa esta carta –y que algunos consideran un intento por recuperar el control institucional y abrir un canal de negociación–, la mayoría de las reacciones apuntan a un punto central: la legitimidad del Consejo ya se extinguió.
“No pueden destituir al rector quienes lo sostuvieron con su silencio. No pueden simular diálogo quienes fueron cómplices de la represión.”
Otros señalan que más allá de la destitución, deben exigirse auditorías, sanciones penales y cuentas claras, particularmente en relación con presuntas irregularidades en el manejo financiero de la actual administración.
“Sugiero que se le abra una averiguación en la procuraduría y el gobierno del Estado para que se dé una orden de aprehensión por las cochinadas que hizo ese pedazo de mierda”, escribió un internauta, en referencia directa al rector y su equipo.
El documento sí marca una ruptura: por primera vez, consejeros que habían sido parte del engranaje institucional se deslindan públicamente del rector y colocan al Consejo Universitario por encima de su figura.
Sin embargo, para muchos, ya es demasiado tarde.
“Hubiera estado muchísimo mejor si se hubieran unido desde el inicio… al menos para frenar la impunidad.”
¿Qué sigue?
La carta podría obligar a convocar una sesión extraordinaria, pero la comunidad estudiantil ya ha tomado su propio rumbo: exige justicia, auditorías, renovación del Consejo y que la voz del estudiantado deje de ser usada como instrumento político.
Mientras tanto, la UAEMéx sigue sin rector presente, sin liderazgo claro, y con una fractura institucional cada vez más expuesta.
Ana Laura Morquecho
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